Por abrir los reinos
de la palabra,
por bendecir los
panes que multiplican puertas,
atrapar de las
ilusiones sus reflejos;
de atardeceres huidos
en mariposas de luna….
Cuanto del pulso de
las calles,
de nuestras percusiones de fogatas;
cuantos recortes de nieve…
arlequines ambulantes
y caballeros de copas,
escarbando de la
noche y sus teclados.
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