Tras las cortinas de aromas,
el reverdecer de los
sueños en la flauta mágica de su amada…
Cuanto habremos de tararear de la mesa del hermano,
todas llenas de destellos de gemas,
las noches…
cuantos mosaicos de lunas de estreno…
cuanto calor de
multitudes entre los pórticos del cielo.
Se hicieron acompañar de poemas,
con deidades de la cereza,
su rama de los caminos…
Acurrucados en el revés de una hoja…
de lo más bello de su
sonrisa
en cada florecer de
nuestras oscuridades que se derrama…
De nuestras ofrendas
en los cuencos de los sentimientos;
fortalezas de colores tras el agujero de una fiesta,
donde nos invita la ferocidad de cada pausa…
de un vaivén de oleajes venerables y un café por el otear
del paisanaje.
de las familias de
venas luminosas y vetas artísticas…
el componer de las semillas en los puentes de vivencias;
sobre un desnudo de afluentes,
el tiritar de tactos
en un pulido de sutilidades.
Las piruetas de la
espuma
y los ornamentos de
la bolsa roja del regalo.
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