Otra posdata de ausencia.

Como me quieres y a la vez me tiras,
 corazón de raíces de piedra,
 sin interrumpir el sueño del alma.

Cultivo cierta marchita distancia de guerrero caido,
inmunidad a los venenos en palabras dulces...
Savia de morena playa que se consiente ganarlo todo,
con solo empezar la partida.

Ferrocarriles eternos
 que han marchado a la capital del amor;
donde llueve ,
sangre del alma,
 la suerte que nos dejo la ambición...

Coctel de frutos exóticos,
 hacia donde os sirvan vuestras medicinas,
 rocío de caballitos desorbitados....

Fuente de lo ilusorio.

Oscuro cuenco es nuestra frente
 con su fuente del oro ilusorio.
Donde arrastran mis percepciones selváticas,
si ya no vuelan las panteras en sus ojos negros.

Tocar la belleza,
 flor morena,
 caminito embrujado,
rocío de estrellas donde se abrigan pingüinos  con pajarita.

Dialogo de ayunos en una sonrisa para un payaso roto.
Memoria del paladar,
el tiempo en el vientre
y un incendio de rotuladores en tierras lejanas.

A cada paso.

Puede ser, llamaradas de lo abstracto,
rotulador en el ojo adolescente...

Puede ser, novelero,
 que hayan huido los soles de la estrecha vigilancia.

Tras despertar de un microsueño de marihuana
 y no pude contarlo todo;
Únicamente que pudimos camuflarnos,
 pues quedaba mucho mundo...
y pisábamos los lugares que se desbordaban
como océanos sin nombre.

Nieve.

Dactilar,
por donde has jugado tus caballos de colores
 en los reinos del sentimiento.

Orquesta de nieve,
 mano ornamental en la perla del cielo...
cubrir la ciudad,
cayendo lentamente al suelo...
psicofonía de los lugares muertos de frío.

 Una noche que ha huido en coches con alma,
estimulante metálico de la distancia...
la suma de los soles que han quedado entre nosotros.