Tras babear los
sortilegios de las salamandras,
en sus archivadores de amor…
tras esos zumos melodramáticos
con los limones verdes…
tras el paréntesis de
una ilusión de palmeras en piel de hadas;
con cada revolución
onírica de los parques…
vinimos de esos
nombres en tizón de las auroras...
tinta del corazón exprimido
y una hoja de papel,
que comparte los barrios…
de compañeros que arriman sus hombros
melodiosos,
repletos de pájaros
de pan...
un club de la cafeína
con nuestras mesitas de batalla
y esa mansión avara de las letras…
esos cancioneros de conclusiones coloristas
para alientos en días de vahos…
ese tango que nos
busque por nuestras heridas;
con esa flor que ralentiza y acelera el tiempo…
las piruetas algodonosas, donde pusimos en sus
manos
lo mejor de uno mismo;
mientras los diablillos sonreían y nos besaban
los ojos,
con sus felinos rosas y la finura extrema del
neón…
si os adoraban las
sensuales lavadoras…
esas juventudes que
escarban,
en sus embarcaciones de abalorios…
los mosaicos de la
plaza, que se evaporan al tacto…
la frente, con los esbozos de una hoguera
floral de fantasías…
rumbos pirotécnicos de los veleros cómplices …
los ambientes de esos astros cristalinos ,
con sus esqueletos
para las amapolas…
en cocteleras nos
buscan versos libres y las cazuelas del barrio,
por los rumores de jazmines;
con aureolas de
hierbabuena, por fuentes y bullicios;
chapoteando por sus
balas de cristal, esas ventanas…
un millón de
hormigueros,
buscan su despertador de las frambuesas;
todo el sol que
absorbieron los frutos, buscan sus ojos…
con dromedarios en
los bolsillos,
buscan en ella todos
los niños celestes que llevamos dentro…
un lecho de vientos
cosidos con agujas dalinianas …
si no es tomar los
galeones, por las ruedas de oraciones,
por las venas que quieren ser autopistas…
hacia ese rostro donde migran las aves….
De las sombras que
pesan
para el lado que se inclinan las balanzas de
los sueños...
las sintonías de los
altares efervescentes
y la ciudad trompeta ,
que llama a los
desperdigados por las noches.