Así quise quererte,
toda invadida de burbujas
y las multicolores arenas de sus playas…
invadidas de
tropicales peces eléctricos nuestras palabras,
y aquella frase de tiernos candiles y
enredaderas dulces…
un fruto común de
romántica pereza
y las alquimias de
los carnavales,
donde os llevarán
cantando las olas…
con amigos que atraen
como los montes y el café negro…
como las sombras que
desperezan
nuestro gavilán de cien dientes.
Cantemos a lo más
profundo para anclar el pecho;
cantemos, mi rey,
para enrocar este sueño.
Todos los torrentes del latido,
las latitudes de un
brindis;
todos los bullicios
de las flores…
con los pasos de
susurro,
dama de las caracolas de la llamada;
el gran cuerno de los
conjuntos…
si soy esto, si soy
aquello; una lluvia de botas mal dormidas…
que impulsos quedan,
todos de orejas…
atravesar las vacas
flacas con un aliento de rosas…
si nos deslumbra
enhebrar la ciudad,
que son los dedos del
licor sus sentimientos…
¿qué será? De mi amor, como templo un gran
cerezo;
las multitudes en
ritos de abalorios
y los cabellos poblados de vientos
desconocidos…
las superofertas de
suavidad obrera
y nuestras flechas
del rocío,
hacia una diana
del gran anhelo acomodado
en las constelaciones;
con la
compañía de cien dragones del cielo.
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