De sus cinturas en las sonrisas de los cafetales.
Que nos han traído de
aquellas cosas,
de un afilar de atenciones con cada calco de las estaciones.
Las gemas de sus
jardines lisérgicos;
solidarios de garabatos en flor
por un tránsito de mariposas.
Acaso un diluir de los pequeños mundos,
cada reverdecer de catedrales de aguja.
Ellos, los amigos
labradores de ambientes;
ellas las princesas de carruajes interiores…
los respiros caleidoscópicos de las calles
en una secuencia de
encantamientos..
por los rincones de letras, por los mosaicos de los sentimientos;
y las percepciones de estratos del trópico;
las semillas doradas,
las abiertas ventanas de esencias;
que jueguen las musas
con sus duendes.
Los cigarrillos de un amotinar de las esperas,
que se eleven sobre
nuestros dibujos del tiempo sus coronas de humo;
que alaben a los
firmamentos los paisajes que se prometieron,
nuestros recuerdos con vocación de floresta…
que ondeen las gargantas, que liberen honestos…