Que han de saber de
esos panes de tránsitos
que compartimos en
nuestros platos cuadriculados…
cada respiro en un
caudal de tersuras;
Cada solera de un
redondeo de los sentires.
Que han de conocer,
armazones de las
bravuras,
de los callejones por
los sabores de un homenaje,
de las mil melodías
de una tertulia…
de unos versos desorientados
que pasaron por la catedral de las palabras…
Que podremos decir, princesa,
de tus pasos de susurro,
de tu perfume que evoca los violetas del atardecer…
escucharán con sus noches en el ombligo,
esas cancioncillas nuestras que filtraron los árboles.
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