Que han de absorbernos las calles
de nuestros salones de espora.
Sin querer,
quiero las mariposas por esas impaciencias de los sentidos;
que liban sensaciones
del néctar de abundancia loca.
Por aquellos que buscan cada reflejo donde encontrarse
y encontrarte por los
sentimientos impregnados de palabras…
Del estudio de cada cadencia
de las pausas que
celebran nuevos comienzos.
De las manos que se encuentran
en un venerado paseo por un mándala de otoños blancos.
Cada luna creciente en su sonrisa,
faro balsámico de
guerrera mimosa.
Ahora que mis mundos giran en torno a sus estrellas
y ondean sus cabellos por nuestras ciudades de anhelo.
Mi amazona,
nuestro galope melodioso por aquello que ha pasado indefinido.
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