De sus manos de cálidas raíces adentrándose en mis puertos…
y nos fuimos de fiesta por no seguir avivando la llama….
De unos jardines
amotinados tras sus puertas…
pero la recuerdan
todos los palacios de cristal…
sírvenos otra ronda
de sus percusiones,
unidos como en
oleajes de una canción de calaveras.
Sírvenos las porciones de aliento,
espumosos de los abrazos de abismos…
sírveme de su corazón otro chupito
y un sueño de trópicos
en vena.
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