domingo, 27 de agosto de 2017

Desesperadamente rincón.

Están donde no están, la modelo, el cincel y el cielo…
desesperadamente rincón y arboladas ideas.
 El limón junto al tequila y los pájaros roncos,
 que no desinflan su pecho de palomo…
que quieren las tintas lamer sus arrullos…

de su piel con dorso de humo;
donde se evadieron, en rutas de los barcos de noche...  
hasta las efervescencias de mágicas luces
y nuestro último tango entre una criba de edificios raros…
los brillos de las golondrinas
tras releer ambientes en  la súplica de la gran plaza;
hasta donde acaba, entre horizontes en fosforito,
 nuestra última estación en manos del pobre.

 Aquellos por donde se dejó caer otro mar
 en la sed de percusiones más hondas.
El caleidoscopio de nuestras armonías
 y las conexiones de cañerías con los colores nuevos.


sábado, 26 de agosto de 2017

Treguas.

La tregua va con los pájaros de cada adiós,
 anhelos de desenredados cabellos,
nuestros fantasmas en la profundidad del trigo;
el ballet de los portales…
por unidas manos de floresta;
por rotuladores en su ración de calles…
ojos embalados sobre lo necesario…
 cuanto del corazón retiraron las olas,
ruleta de luces de ciudad…

llegaron tras esos alambiques de los bullicios indefinibles;
 con sus porcentajes de los melocotones del abismo.
 Las conclusiones en esos tráficos al sol que se atropellan…
encuadernar cada quejido en las papelerías de las primeras horas.
Fanáticos que esperan sus esqueletos de colores,
etiquetan lo que traen los hormigueros por el relámpago;
 las gaviotas sobre el relinchar de los  trapecios,
los suspiros que no pudieron ser más flexibles...
lo que corrigieron en un barco cargado de ron sobre el árbol
y nos sonríe un sol lleno de raíces por ventanas literarias.


viernes, 18 de agosto de 2017

Las flores que le traigo.


De todos los colores son esos fantasmas de los telones;
 las tintas que desparraman las ilusiones,
 las buhardillas por las espumas de los sueños…

en delirante amor, con cada resucitar en sus cabellos…
por railes de los horizontes para rizar la espina…
 la marihuana que cae de los perros del cielo…
 las tremendas bondades que nos han expandido;
las aves que llevan vuestras llaves.

Rompehielos en el corazón
y efervescencias que animan las salas de máquinas…
dibujarla con un tizón azul de discotecas.
Con las ondas de una lágrima
y el gusanito por el piano,
nuestras torrenciales manos…
 que vamos a parar los relojes por el estómago;
que van a romper a cantar todas las flores que le traigo.


martes, 15 de agosto de 2017

Mosquitos.


Sin su mano, perfil de naipe,
entre luces resecas y sombras tuertas…
.las nubes de plástico sobre los tejados cansados.
Ese grito de las gaviotas en los sueños de cebolla
y el estómago que siente
 las tremendas ausencias de la tormenta…
 la canción de los mil tubos de escape
y los ferrocarriles que han pasado
 por nuestra  ecuación de agujeros…

De sus cartas en las geometrías del almíbar,
cada reverdecer de elefantes por el correo…
junto a ella, enhebramos con tanto cariño,
 horizontes de frambuesa y canela…
de nuestras nebulosas con maña,
 el precipitar de huesos de todos esos mosquitos
que lloraron por los asfaltos…

:p>



Por siempre.

Son ellos, familia y amigos,
las sugerencias de los verbos más celestiales,
en nuestro mejor poema,
 que por siempre será hallado como la primera vez.

 Por si se nos quedan llenas de salas las palabras;
de luces medicinales las plazas…
 los hogares colorean olas sabias;
con esos panales que se ocuparon del mar,
y todas las cafeterías se unen para darnos calor.

 De los anhelos pescadores en sus cabellos de fábulas;
de las raíces de los rosales del tacto…
el corazón en llovizna como recado,
 entre urbes y aureolas de patos,
en esos horizontes que han pasado
 por el cenit de su sonrisa.


lunes, 14 de agosto de 2017

A su lado.

Donde estuvieron tableros de juego;
 despertar de faunas de una lumbre,
 rumiantes del tabaco con pasos metálicos…
 todas las llanuras que mordió el dromedario…
 nuestros colores que se agruparon en los nudos del olivo.

Con la voluntad en el ombligo,
 esas migraciones por los escalofríos de las estrellas;
ciudades de paso que os arropaban como mantos;
esos portales con sus conclusiones desbordadas de abalorios...

Nos gustaba sabernos en sentimientos como esponjas;
 sabe Dios, de nuestros leopardos rendidos a sus mosaicos…
 esas lágrimas absorbidas por el humus de las palabras;
cuando el orgullo se dio media vuelta
y nosotros llegamos al lado de esa mujer

por dormidos altares de manos.