Están donde no están,
la modelo, el cincel y el cielo…
desesperadamente
rincón y arboladas ideas.
El limón junto al tequila y los pájaros
roncos,
que no desinflan su pecho de palomo…
que quieren las
tintas lamer sus arrullos…
de su piel con dorso
de humo;
donde se evadieron,
en rutas de los barcos de noche...
hasta las
efervescencias de mágicas luces
y nuestro último
tango entre una criba de edificios raros…
los brillos de las
golondrinas
tras releer ambientes
en la súplica de la gran plaza;
hasta donde acaba,
entre horizontes en fosforito,
nuestra última estación en manos del pobre.
Aquellos por donde se dejó caer otro mar
en la sed de percusiones más hondas.
El caleidoscopio de
nuestras armonías
y las conexiones de cañerías con los colores
nuevos.