Sin su mano, perfil
de naipe,
entre luces resecas y
sombras tuertas…
.las nubes de
plástico sobre los tejados cansados.
Ese grito de las
gaviotas en los sueños de cebolla
y el estómago que
siente
las tremendas ausencias de la tormenta…
la canción de los mil tubos de escape
y los ferrocarriles
que han pasado
por nuestra
ecuación de agujeros…
De sus cartas en las
geometrías del almíbar,
cada reverdecer de
elefantes por el correo…
junto a ella,
enhebramos con tanto cariño,
horizontes de frambuesa y canela…
de nuestras nebulosas
con maña,
el precipitar de huesos de todos esos
mosquitos
que lloraron por los asfaltos…
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