Son ellos, familia y
amigos,
las sugerencias de
los verbos más celestiales,
en nuestro mejor
poema,
que por siempre será hallado como la primera vez.
Por si se nos quedan llenas de salas las
palabras;
de luces medicinales
las plazas…
los hogares colorean olas sabias;
con esos panales que
se ocuparon del mar,
y todas las
cafeterías se unen para darnos calor.
De los anhelos pescadores en sus cabellos de
fábulas;
de las raíces de los
rosales del tacto…
el corazón en
llovizna como recado,
entre urbes y aureolas de patos,
en esos horizontes
que han pasado
por el cenit de su sonrisa.
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