Donde estuvieron
tableros de juego;
despertar de faunas de una lumbre,
rumiantes del tabaco con pasos metálicos…
todas las llanuras que mordió el dromedario…
nuestros colores que se agruparon en los nudos
del olivo.
Con la voluntad en el
ombligo,
esas migraciones por los escalofríos de las
estrellas;
ciudades de paso que
os arropaban como mantos;
esos portales con sus
conclusiones desbordadas de abalorios...
Nos gustaba sabernos
en sentimientos como esponjas;
sabe Dios, de nuestros leopardos rendidos a
sus mosaicos…
esas lágrimas absorbidas por el humus de las
palabras;
cuando el orgullo se dio
media vuelta
y nosotros llegamos
al lado de esa mujer
por dormidos altares
de manos.
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