La tregua va con los
pájaros de cada adiós,
anhelos de desenredados cabellos,
nuestros fantasmas en
la profundidad del trigo;
el ballet de los
portales…
por unidas manos de
floresta;
por rotuladores en su
ración de calles…
ojos embalados sobre
lo necesario…
cuanto del corazón retiraron las olas,
ruleta de luces de
ciudad…
llegaron tras esos
alambiques de los bullicios indefinibles;
con sus porcentajes de los melocotones del
abismo.
Las conclusiones en esos tráficos al sol que
se atropellan…
encuadernar cada
quejido en las papelerías de las primeras horas.
Fanáticos que esperan
sus esqueletos de colores,
etiquetan lo que
traen los hormigueros por el relámpago;
las gaviotas sobre el relinchar de los trapecios,
los suspiros que no
pudieron ser más flexibles...
lo que corrigieron en
un barco cargado de ron sobre el árbol
y nos sonríe un sol
lleno de raíces por ventanas literarias.
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