Que dirán,
ventanas a los grandes mundos,
de nuestra noche,
extasiada del derroche.
Encienden las tribus por las narices,
las salas tras las portadas de lluvia ambarina;
las espirales de coloridos acordes.
Deambulan por sus cuentos cálidos,
malabaristas del sueño;
escarban sus mascotas de lumbre,
percusión de tabernas de ébano.
De dibujos de leopardos,
psicodelias de nata,
otro poema en una burbuja…
Mi barquito parlanchín
por atmósferas de algarabía,
en el mar de copas.
Por tejados de juegos de engranajes,
pasarelas de frambuesa,
escaleras de espejos de luna.
por donde reflejan sus cabellos,
adoptan los rincones,
las raíces de los portales
en nuestros talismanes labrados
y una sed de caleidoscopios eternos.
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