De nuestras llaves de mariposas del vientre;
los mosaicos de las
grandes digestiones.
De su naricilla graciosa,
fieles reflejos de luna…
en sus bolsos
revolverlo todo,
para rellenar
abismos.
De sus voces que rompen los hielos,
se nos quedan los ambientes de las espumas,
de su inevitable sonrisa de olas negras…
las embarcaciones de cristal por su vida…
esas alas que abarcan
todos sus horizontes
ausentes.
De un club de las palmeras tropezadas
y nuestros tambores
que germinan
por esas orillas cosidas
a los retales de sus pirotecnias oníricas.
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