Exhalación de hoteles de luna
y todo lo que nos deja
en sus símbolos de baile.
Llévalos,
enamorados,
por sus poemas de monte,
por sus corazones difuminados de ecos
en noches de
tamborileros ardientes.
Germinada de alguna derrota apaisada
de los alientos,
toda de un capricho de luces
en su ciudad de
barcos de los trapecios.
Lo que nos tararean
vientos amigos
por todos los puertos de su mundo de fresa.
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