En un café
interminable,
se desatan nuestros dedos de madrugada…
y un avión-hijo,
despierta de la palabra
donde se van
multiplicando los mares…
y vamos abriendo las olas;
buscando semillas del
cielo.
A veces, vivimos
trapecios de glorias;
mientras las fregonas
no dejan de conversar,
de laborar por los tableros de ajedrez:
se dicen que eran
investigadores todos…
y las simbologías que
caerán a racimos sobre la piel…
. Y en el vientre,
un pueblo que quiere
ecos de paz;
y los porteros
automáticos de sus labios…
y armazones de lobos en los planetas rojos.
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