Cuando se parecen a
ti,
y tienen un café en
la luna para una dama,
y en el sol sus
herramientas.
Su antídoto de savia
blanca de un ying-yang,
y todo lo que os
componen tras las ventanas de hielos frutales;
con los aviones que calientan la tripa.
A cada rescate de
ramificados abalorios…
cada vez que os
visitan las aves por su salón de las flores;
cuando evocas nuestro tigre entre los tapices
con cada fogata tras
el éxtasis negro de un libro…
cuando recorres sus
tableros de ajedrez,
sobre un dromedario
por los sueños…
cada vez que buscamos las gemas que salen de
sus ojos;
cada escapada a
caballo por su pelo…
entre los labradores de su sonrisa,
digo, descansarás.
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