Abrir en los libros,
su gran ventana negra…
la ebullición de
todos los textos
con aromas de trenes café;
multiplicados, nosotros bajo un sol lleno de
maletas.
Gemidos por los tubos
de escape;
no sé cómo puedes,
si acaso permites;
escrito en las ferias
del aire…
. Ciudades cruzando
caminos,
con los estribillos a
colores,
remolinos.
Corazón es la casa
conforme,
y esas calles que recogen en melodía tus pasos…
un xilófono que nos
traduce a charcos…
otra belleza que se
despide con una promesa…
Aviones que rondan,
como moscas,
los lechos aireados…
dispuestos a sacrificar otra torre fantasma,
cuando escuchamos la tormenta de la despensa.
Pequeñas labores
diluidas en alas;
amenizas cigarra,
trabajadores con casco;
los invasores verdes
del ánimo en obras.
Pasados que fluyen
por otra gema de articulaciones de pereza;
donde despejar una
incógnita para respirar frutal;
expectativas que se extienden por las
vegetaciones
entreveradas del
absurdo...
desordenan niños, los pequeños cabezones;
los limoneros en nuestras plazas de plata
y los dedos de los parques florecen
ingrávidos…
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