sábado, 22 de julio de 2017

A mi Dulcinea ( las anatomías etéreas.)

Multitudes saben…
 decorados de una ola,
 coloreados de un dialogo de castillos que duelen;
escaramuzas de las palabras blancas…
los rompeolas de un amor verdaderamente melódico...
 la tinta que  se recicla  con la ardilla azul del tacto;  
voy a devolverlo todo,
voy a confesármelo mil veces antes de confesar…


…las voces cantarinas y el alambique de las ausencias...
quiere la saliva ahogar las heridas;
cicatrizar las llaves que abren algunas inmensidades…
rezumar servicial el rayo verde;
quiere nuestro cielo escribir, lluvia sobre lluvia, cartografías de una crisálida de papel…
la frente tuvo su cruz de navegantes sucios,
el telón de los pensamientos que han luchado por escapar de sus agujeros…
la rebeldía de los colores cuando las mejores inspiraciones siguen ocupadas.

Con el colgante de alguna conclusión utópica;
 muchas piernas de ilusión en nuestras tormentas de zapatos…
 los sudores lisérgicos de los amores…
los sentimientos que sumamos a una luz trepadora por los jazmines.

Gaviotas de nombres cómicos vienen a mi Dulcinea,
 la de estrellas pescadoras.

 Venga a mí la mañana de gorriones como dardos…
los dromedarios que invitamos a nuestros circos de moscas.
Hacia ella vayan todos mis carros dulces;
las alegrías como brillantinas por las mejillas,
lo que dicen los amigos de nuestras espadas blandas…
del calor de un nido en el pecho,
saben los árboles de la resistencia.

Misterios de ángeles,
cada vez que escarbamos en su belleza;
 en la balada ausente…
y el respiro del cancionero en una ventana de caramelo.



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