Pronto todo te lo
encontraras abierto, nariz morenita,
y los tejados sueñan,
jardines trepadores por los ciclos del sabor;
los pianos de amparos
de la madrugada.
Donde su cuerpo es
barca de expandidos ojos universales;
el corazón, semilla
de la canción…
el café latido de un
enlace de bolígrafos…
somos nosotros las trovas a las puertas de los
grandes castillos flotantes…
caleidoscopios del
pulso
donde no dejamos de
añadir colores a nuestra esperanza.
Creo en los rescoldos
de Abel que los corazones guardan…
en los dibujos de los pájaros extraviados.
Que divisaran vuestro crecer
por el brío de una
cordillera interminable…
En los aromas de un
mandamiento
por la ciudad ebria
de macetas.
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