De nebulosas dormidas
que despiertan a un
estímulo
y precipitan
empapándonos de
sentimientos;
cuanto de mi habrá llovido de sus cabellos,
tiestos de geranios en
un escalofrío…
De las labores que
pasan cantando…
que respiren nuestras sensaciones,
como licor al fondo de la calle.
Nada me gusta más que
chapotear
por los charcos multicolores de las ilusiones.
Si su corazón es bueno y su belleza me absorbe…
unos versos inspirados por mares mágicos…
una secuencia de aguadas del trópico
donde sangramos alegremente
el líquido para reservas…
Quien pudiera ser para ella,
sin pretenderse,
anticipo de perfumadas glorias…
noblezas de guitarras
en torno a sus hogueras,
donde unas letras se llaman a otras ,
y en piel de
canciones
nos acercamos al cenit de su rostro.
Abriéndonos a puertas inextinguibles,
inundando sus
portales de flores de nieve…
Un lustre de pasos de olas oscuras,
de su mano
y una piruleta con
sabores de luna,
donde se encuentran,
entre el rumor de multitudes,
las calles de San
Sebastian.
Espejos reconvertidos
y gargantas de lobo
que se confían a lo
profundo.
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