De flor y caramelo,
la piel café y los
vientres de zángano…
parpadeo de jazmines
al fondo de sus puertos del recuerdo.
Juguemos a los
consuelos melodiosos
y que puedan enraizar nuestros decorados
junto a sus manos de
molinos…
con todo lo que nos
dejan pasar por el oído…
acurrucados en las
geometrías ocultas
de los mercantes;
con una porción de hoguera
y los pegamentos para los tambores.
De rasgos indios y la etiqueta de los sueños…
con un sabor de los
cronómetros de ambientes…
encontrar nuestro equipaje definitivo,
en una frase con
estilo,
en el avión caído de
una cereza.
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