Que traerán tantas poleas para los latidos;
que tendrá ella que riza mis erizos…
los colores de mi diario en colibrís
al relevo de los salones de libélulas;
dispuesta toda la flora
negra
para los mañanas apilados
y los recuerdos en crucigramas…
todas sus playas por mis ventanas de hueso.
El ajedrez por los
telescopios…
las costuras del infinito por las calles viejas,
que bajan los amigos cantando
con huestes de
guitarras;
con los rincones de las gargantas,
el sangrar en mosaicos…
los caballitos de la
pasión
que se multiplicaron
por los castillos del humo de los inciensos…
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