Encajar nuestros huesitos en el suspiro de una casilla…
y corresponder con
pajarillos a los labios,,,
y perder en una sonrisa una enredadera…
y perdernos de la
mano del color de otro licor…
o en la dependencia de esos caleidoscopios ilimitados…
y la ciudad gatuna,
que por tapetes del
recuerdo se trepa al cielo…
o los autobuses de los nidos entre nuestras vísceras del brillo;
de un calor que se despide hasta la nueva canción.
Las culebrillas sobre
los posos de baile,
en un abanico de verdes que endulzan el fruto de un tablero
desaliñado…
y las guitarras sobre
la premonición del paisaje…
o donde nos llevarán por cada beso,
con la humildad de nuestro fondo de estiércol.
Nuestras reuniones en los mantos coloristas junto al río;
la compasión de refugios musicales,
guarecidos,
somnolientos…
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