Las palomas vuelan en nuestras cartas;
maniobras de la paz de nuestro sueño en flor de nube.
De tu sonrisa el portal en luz de luna;
de cómo Marta nos anota las direcciones del tablero
en la estación de los colores…
como nos trae cada parada su licor de acordes del recuerdo.
Ellas las que seducen ecos de infancia en las palabras del
recreo.
Ellas de mundos que entienden de duendes…
donde juegan por su ciudad de raíces los autobuses de lluvia;
los días venideros en retoños de savias del corazón.
Lidia,
morena ,
con su nariz de un botoncillo de cupido,
cada osadía que
dibuja su carita con mis sombras.
Con todos los bailes que nos perdonen los huesos.
De una rueda liberada que reflejan nuestras manos,
del espíritu con que nombran su
linda estrella.
Dos gotas del perfume
de los muelles diluidos en el espejo infinito.
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