De corderillos de luces y las flores invasoras;
de nuestra agenda desbordada por sus cuatro lados.
Las banderas del álgebra del sueño;
aperturas de colores de tabernas…
de sus raíces del baile de tormentas,
a cada movimiento de un reino,
relámpago en fibra…
serpientes musicales de contienda.
Y nos guardan en pulso de tambores los tableros,
en perpetuas copas blancas de las chicas de humo
que tienen por horizonte la sed del faro.
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