Tras cada lucha de peludos abismos…
ese despertar
en pensiones de literatura;
una plaza de las
batallas perdidas
y las calles llueven,
como licor primero…
por lo que nos queda,
jugaría…
otra ración del
tabaco,
ajedrecista;
los caballeros de los
pergaminos
con sus bolsillos de
menta.
Los malabares del
barrio en onda;
los desarrollos de las estructuras de hogueras…
la sangre de los
bólidos en las revistas…
un endulzado faro de
las vitaminas;
los mares
entreverados
por los colores de
sus cifras…
cortezas doradas
de un ecosistema de los misterios.
Lo que más ha valido,
un florecer de estar
contigo,
y un azul del pueblo
abrillantado por algún alucinógeno nostálgico.
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