De sus ademanes azules
en nuestros momentos,
que pasan inabarcables,
como nubes de palomas
blancas…
del hemisferio carmín,
de las sonrisas
donde bajan a jugar los astros…
la ciudad
transpirando sus amores
por los tejados;
habaneras de chocolate
bailarán sus gatos
con el corazón de
fresa.
Amaneceres
de bienaventuranzas del gallo.
La camaradería
en abrazos como olas…
la bandera rosa de su playa.
Exóticamente libres,
al sentir de las texturas…
al gemir del último límite;
y esos paisajes emocionales
que hemos dedicado,
donde se pusieron de
acuerdo
las sombras del
tiempo.
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