lunes, 6 de febrero de 2017

Otro comodín para sus naipes rosas.

“Que de los lápices doblados, que  hay de los rasgos de su baile de trazos, hasta los márgenes dorados del sueño.”



Chapotean los días
por los brillos de sus sombras…
 y una llave de caballitos del océano,
los faros de los mitos los sonríen,
 comediantes...
tras los recolectores de máscaras;
tras el precipitar de la ilusión en gramos.

Los palacios de la fantasía,
las escaleras al alba
 en la sintonía del barrio…
 las transiciones de las vidrieras
 y una vocación de los jardines interminables;
el calor de la tierra
en la densidad de sus voces…
 en las canciones viajeras. 


Princesas de los besos de las farolas,
decoremos con cerezas
nuestros maridajes de alas blancas;
descorchemos,
mano con mano,
los mundos del arte,
 si compartir es multiplicar los colores.
 Tráenos de sus corazones abiertos,
 a borbotones de veleros constelados;
 de sus pechos de parches del alma,
las mecidas bahías,
en licor como un cuerpo de las palabras.



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