“Que de los lápices doblados, que hay de los rasgos de su baile de trazos, hasta
los márgenes dorados del sueño.”
Chapotean los días
por los brillos de sus sombras…
y una llave de
caballitos del océano,
los faros de los mitos los sonríen,
comediantes...
tras los recolectores de máscaras;
tras el precipitar de la ilusión en gramos.
Los palacios de la fantasía,
las escaleras al alba
en la sintonía del
barrio…
las transiciones de
las vidrieras
y una vocación de los
jardines interminables;
el calor de la tierra
en la densidad de sus voces…
en las canciones
viajeras.
Princesas de los besos de las farolas,
decoremos con cerezas
nuestros maridajes de alas blancas;
descorchemos,
mano con mano,
los mundos del arte,
si compartir es
multiplicar los colores.
Tráenos de sus
corazones abiertos,
a borbotones de
veleros constelados;
de sus pechos de
parches del alma,
las mecidas bahías,
en licor como un cuerpo de las palabras.
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