Cuanto tras banderas mundanas;
tras los vientos
fuertes,
veleros en salsas.
De burbujas felices
entre el carmín de sus olas.
De nuestro juego de las dimensiones,
crisálidas tras los
coquetos
espejos de los
sentimientos,
la palabra…
Las ciudades elevadas
en las espumas
por los jóvenes rompientes
de las sonrisas.
Las calles,
que tienen sus
renglones,
en las estelas de los neones;
aladas bailarinas de la tarde,
ante el fluir de los naipes
de corazones.
Los símbolos de los rocíos,
entre nosotros,
los millares de
esencias
que suspiraron sus
jardines
esperando al hombre…
con esos versos
que buscaron sus sentidos
entre los bullicios
de los paraísos negros.
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