Y quisieran para siempre,
rondarle los versos
y los pajarillos del loco
que ha querido más feliz.
Y ver crecer
en números astronómicos
los besos
con dulzores de
frambuesa.
Y deslumbra su pelo,
bajo la percusión de las estrellas
y los angelitos negros
a las guitarras
donde nos ilumina
la luna ardiente.
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