Puedes servirte otro chupito,
un respiro del
ardiente oleaje del vacío
que de sentires abrume su más blando color
de millares de flores…
los ferrocarriles que ya pasaron por sus rosas.
De nuestras manos
labradas,
a sus abrigos,
princesa de los polos
rosas.
En los posos del reloj,
escribir sus nombres…
brindar por cada
mañana de espumosos barrios…
nuestro corazón que
tiene un beso plateado
y una ración de sombras del baile,
entre vahos celestes;
que marcha tras su fila de patitos pop
donde se quieren más las palabras.
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