Comparten las
hogueras,
y luego andan con prisas,
con las etiquetas del
tacto;
aullando en los cursillos de hojarasca, tras
el baile…
que los libere el
cenit más leve,
la tiza azul celeste para sus cosas…
esos rotuladores frondosos,
por donde bajan los
verbos del sueño;
los gatos de los
escaques de la luna…
las libélulas en una
composición de farolas
y una lagrimita de nuestros árboles de mármol.
Nuestros sentimientos
que las persiguen como vibraciones;
cuando sintonizan su
canción de los aviones,
con los cielos
violetas de adolescencias.
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