…pretender que se
llevara algo de uno mismo, como una joya…
Con otro “monster” y
los dibujos indios,
como testigos,
los bólidos de la palabra
y los horizontes teñidos de frutos…
de sus ojos y esas
flechas clavadas en el vacío…
mirada que atraviesa
el cristal de aromas,
los oleajes del rocío en su decidido mapa de cicatrices;
las calles que buscan
las coordenadas de miel cuadriculada
y otra astronomía morena…
el espejo que se va
tras la bicicleta
y las desembocaduras
de la ciudad en los geranios.
Querer será el sol,
con sus brazos como templos y nuestras nubes
en los huesos…
así, con el gran
pájaro ,que anida más adentro de la garganta;
lo que sienten las manecillas de los
trapecios,
lo que nos traen elefantes por las orejas…
todo lo que hicieron
por ti, eso del vaho que no se define…
la feminidad de las
ausencias;
los unicornios perfumados y los videntes de
una papelina de colores…
barrunta sus cabellos
del cielo, la minúscula orquesta…
esas melodías que
dejamos pasar como rutinas.
Otro desnudo a saltos
por las buhardillas,
por las efervescencias de simbolismos de la
gran plaza.
Unos versos con hielo para la belleza de esos
encuentros;
con estandartes de ese mar que no culpa a los
desagües.
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