sábado, 19 de noviembre de 2016

Algún fragmento de tardes coloreadas.

Tras esas reuniones de lágrimas con el rocío;                  
tras cada exorcismo de guitarras de luna.
Nuestros abrigos coloreados de ambientes,
 los  repertorios de citas aladas.
Los néctares liados por la digestión de los caminos,
tximeleta.

Tras todas las partidas perdidas en nuestras habitaciones del comic,
 los sombreados de cafeterías,
entre farolillos, alegremente…
entre alientos del bosque donde reverdecen hombres.
Las conversaciones de poetas en las plazas medicinales.
La inercia de las palabras ,
con guindas amables,
sobre las espirales que decoran las terrazas.
 los arlequines por nuestras parcelas de nata.

Con otro trote,
Rocinante,
sobre los teclados de los aromas ebrios…
por los tenderetes de atmósferas;
una precipitación de trópicos ilimitados.
Su teoría de los cuencos en el brillo de acordes.
De todos los charquitos que reflejan recuerdos,
 sensaciones de cada difuminado en las calles

 que recorrieron la inspiración de noches compañeras.



Poema dedicado a Javier Monguilot.

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