Ese café de estribillos hirvientes…
ese bullicio de
amaneceres que endulzan nuestros pasos amargos;
la luna que alegra su orilla más pop;
los perros que lamen nuestros imposibles con su saliva
psicodélica.
Los vuelos en busca de semillas soñadoras,
cada huella del hotel en el océano…
las amistades que sintonizan nuestras ondas…
los torrenciales
azules de cada paréntesis en el calor de los nidos;
chapotear por tu vida,
empedernido;
Las apuestas de cada número de los portales…
El latido de los naipes de corazones;
toda la floresta
mecida por los colores del circo,
nuestro rotulador con savia de marihuana…
de los arlequines
orbitados por frutos exóticos;
las flores que suspiran tabernas en los cuadernos de nata…
cuanta lentitud de caracoles en la humedad de las palabras;
cuanto hemos emborronado de nosotros en los papeles del
tiempo.
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