La ingenuidad subía espumosa por la percepción dorada.
La abundancia me hizo estrella y
, ahora ,
tras la conversación
de los astros llovidos…
siempre retorno espectral por el retraso de los días grises.
Cuadriláteros de la razón bajo la cabellera marchita…
donde aúllan emociones,
donde poder continuar imaginario;
la ciudad me mira donde vacío el puerto,
las gaviotas que me rondan
tras maquillar el derrotero
con los sosiegos de todo lo negro en un café…
Los vientos pasan
deprisa en los ojos del alma…
la formalidad volverá de sus ambiciones heridas
donde habita el
sosiego tras alguna melodía absoluta.
Isla pop en el chupete de todas las cosas.
La revancha en el colorismo de los dedos,
raíces de algún entusiasmo.
Los vicios
disfrazados de caprichos ,
donde no todos los consuelos son psicodélicos.
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